La Red es de ya, el ecosistema de información más importante con el que jamás el ser humano soñó. Lejos están los picos en el uso del telégrafo y del correo convencional (ahora prácticamente relegado a la entrega de paquetería, publicidad, revistas por suscripción y facturas de acreedores, rubros todos en los que tiene una fuerte competencia).
Parece que fue Borges quien dijo que el martillo es la extensión de la mano, lo que el libro es a la mente. La transmisión-recepción de señales para informar y comunicar ha pasado por los tambores, las señales de humo, los cables y la señal inalámbrica; por las hojas de papel y las computadoras de mano.
La historia de la evolución ha tenido una sola línea de avance. De la electrónica, la biotrónica y quizá a la fotónica. Un sólo camino: extender nuestro sistema nervioso más allá de nuestro cuerpo físico, más allá de la temporalidad y de la ubicuidad.
Lo electrónico lo ha hecho posible, pero es sólo un estadio de paso: No nos extrañen los implantes neurales desde los que el ser humano amplíe su alcance para la comprensión no sólo del mundo fáctico, sino de los múltiples mundos virtuales que es capaz de concebir. Explorarlos, comprenderlos, y dominarlos.
Suena a ciencia ficción pero, ¿qué opinarían Isaac Asimov, Carl Sagan y otros?
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